domingo, 30 de noviembre de 2008

Colonia Vela vuelve a estar de luto


En los albores de la democracia en nuestro país (1983), se realizó la versión cinematográfica de la novela de Osvaldo Soriano "No habrá más penas ni olvido". El grupo de actores y actrices que participaron en el film fue descollante.

Pero había una yunta de personajes verdaderamente entrañables en la novela y también en el film: Cerviño y su "Torito", un viejo avión fumigador.


Si tengo que elegir una secuencia de dicha película para la antología del cine nacional, sin dudas, me quedo con Cerviño y Torito haciendo llover mierda sobre Colonia Vela, ese pueblo metáfora de país.

***

Los que habitualmente llegan a este humilde blog saben de mi veneración por los artistas. Seguramente entienden perfectamente la diferencia entre artistas y personajes del espectáculo. Los artistas, para mí, son sagrados.

La gente del espectáculo, como prefiero llamarla, son los cultores del éxito fácil, los que montan grandes producciones en los teatros del centro.


Los artistas son verdaderos actores, comprometidos con su tiempo, con la cultura de nuestro país.

A esa raza pertenecía ULISES DUMONT.

Puedo recordarlo en muchos personajes, del cine, la tv y el teatro. Tan buen tipo como feo, creador incansable de personajes que aun muchos años después siguen resonando en mi mente.

En su vida, se dió el gusto de compartir escenaarios, sets televisivos y de cine, con los más grandes exponentes de nuestro teatro. Los más grandes dramaturgos vieron personificado alguno de sus personajes por este prestigioso artista, quien supo no venderse, no transar ante la "nueva" tendencia de los productores masivos, de realizar castings a lo yanqui, sin importar trayectorias, talento y nombre.

Y el nombre de Ulises Dumont es para ser respetado.
Por eso, por su compromiso, por haber dado tantas "manos" a cineastas en sus operas prima. Tenía sólo 71 años. Fue capaz de encarnar desde personajes costumbristas hasta borders filosos, oscuros.

Hoy, leyendo las ediciones digitales de los diarios, me encontré con su sorpresiva ida. Hoy, este blog está de luto. Hoy el teatro, la tv seria y el cine argentino están de luto. Partió uno de los grandes. Desde mi agnosticismo, me gustaría imaginarlo juntoa Carlos Carella, Bárbara Mujica y otros enormes, compartiendo unos mates y una charla, ya sin fin posible.

¡Gracias, Ulises!




Foto: Afiche británico de "No habrá más penas ni olvido" (Cinenacional.com)

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Mundillo blog

No soy Martín, pero a veces me dan levísimos ataques de filosofía, que trato de ahuyentar rápidamente.

Bueno, como saben, admiro y sigo las aventuras de El gato vagabundo, pero ahora el tipo nos sorprende con un desdoblamiento de personalidad con El gato salvaje.

Está claro, es un gato y tiene múltiples vidas... Pero no tiene derecho a ser tan divertido en cada una de ellas. NO tiene derecho.

Esto ya no es filosofía es ENVIDIA. (Y les advierto que lo de la envidia sana, así como el egoísmo sano (que escuché alguna vez) no me termina de cerrar.

Pero, bueno, mordiendo los dientes, con el rostro medio verdoso, pero con mi sinceridad habitual, le doy la bienvenida al nuevo gato.

No es vida. ¿O sí?

viernes, 21 de noviembre de 2008

Aquellos vinilos I

Tengo más de 500 lp´s en mi baúl, pero hay algunos más que quiero recordar junto a ustedes, porque sencillamente marcaron parte de mi historia, mi primer Winco, el Geloso... Tantas historias que alguna vez compartiré seguramente... Les dejo un par de tapas más y me despido hasta la próxima.

Éste era de una banda favorita de mi hermana mayor:


Y éste otro uno de los predilectos de mi madre y mi prima Celia:






Aquellos vinilos



El sábado, en uno de esos arranques de limpieza general que suele caracterizarnos a quienes estamos a dieta, abrí el baúl y me encontré con mis viejos vinilos.

Esto me dio pié a dejar la limpieza hasta el próximo arranque y me sumió en una especie de sopor entre nostálgico y melancólico.

Había de todo. eran los disc
os de toda mi familia, desde Serrat a Santana, pasando por Werner Müller y hasta algún Alta tensión en Sótano Beat (?).

Me llamó mucho la atención la estética algo bizarra de algunos LP´s. Y me llené de buenos recuerdos...

Les dejo facsímiles de dos sobres para que tengan una idea de qué hablo. No hay nada más lindo que compartir recuerdos.

Hasta la próxima.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Así se informa


Ayer apareció en varios portales de internet (incluyendo diarios de tirada nacional y cadenas multimedios) la escueta información sobre un incendio en el centro Cultural General San Martín.

No se encontraba más que el titular y un par de frases agregadas sobre cuatro dotaciones de bomberos y datos sobre la inauguración del Complejo, refugio de la cultura y orgullo de los habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Hoy, la noticia había desaparecido de los medios.

La información, era falsa. Los medios que la difundieron y se hicieron eco, bien, gracias. Ni una nota de errata o disculpas.

Así nos informan.






Las llaves del reino


Durante aquellos viajes de capacitación por el interior de nuestro país, me tocó una sucursal del Banco Nación ubicada en el sur de la provincia de Buenos Aires.


Por lo que van a leer en esta anécdota, tampoco esta vez les puedo decir el lugar exacto. Por ende, llamaremos a esta localidad con el nombre de Costa Mosquito.


Costa Mosquito es una gran ciudad, por ende, tiene más de una sucursal del BNA. En una de ellas transcurría plácidamente la semana de capacitación. Lo de plácidamente tómenlo como un verdadero eufemismo, ya que el local era pequeño, estaba en proceso de refacción con el agravante de haber coincidido con el equipo de instalación de la red informática, que se hallaba algo atrasado.


O sea que en realidad era un caos. Un verdadero caos al que sólo morigeraba la calidad humana de la gente de la sucursal, del grupo de instalación y la mía propia. (Recuerden que no tengo abuela y a la que conocí durante mi infancia, adolescencia y principio de la adultez, no me quería ni un poquito. -¡bah!, era mutuo-).


En ese clima, transcurrían entre mates, cables y cajas de cerámica, las jornadas del curso.


El día jueves saqué el pasaje de vuelta para las 20:00 hs. del viernes, con lo cual debía dejar la sucursal alrededor de las 18:30. La hago corta: No alcanzaba el tiempo para hacer el paquete de informes en el último momento, por lo que decidimos que el viernes yo llegaría a la sucursal alrededor de las siete de la mañana para hacer tranquilo las fotocopias de los informes.


Antes de terminar la jornada del jueves, se me acercan el gerente y el contador de la sucursal y me entregan un manojo de llaves.


Sí. Las llaves del banco. Con la excusa de que no llegarían antes de las 8:30, ya que llevaban a sus hijos al colegio.


Me indicaron la ubicación y el funcionamiento del tablero eléctrico general de la sucursal y la puesta en marcha de la fotocopiadora.


Estábamos saliendo, cuando me hacen una última recomendación: Si pasa la policía, te ve solo en la sucursal y te pregunta por nosotros, deciles que te abrimos y que fuimos a llevar los chicos a la escuela y volvemos enseguida.


Volví al hotel, me refresqué, deseché el traje y, ya cómodo, me fuí a cenar.


Más tarde, en la cama, cuando ya no tenía ganas de leer y en el cable, como siempre no había nada interesante para ver, apagué el velador y me dispuse a dormir.


Me dispuse. Lo que no quiere decir que lo haya logrado. Porque recién en ese momento, me terminé de dar cuenta de que las llaves del banco estaban sobre la mesita de luz.


Para qué contarles... No pegué un ojo en toda la noche. Las llaves del banco.


¿Y si robaban el banco? ¿Cuál iba a ser mi coartada?


¿Quién iba a creerme? Un extraño, porteño -para más datos- tenía libre acceso a una sucursal del BNA...


A las 6:30, con las ojeras verde grisáceas colgando sobre mis rodillas y un café doble tomado a las apuradas, salí para el banco, como quien se dirige al cadalso.


Abrí la sucursal. Encendí las luces y luego la fotocopiadora. Al rato, percibo que un patrullero pasaba despacito frente a la sucursal junto a una corriente eléctrica que circulaba de un extremo al otro de mi columna vertebral. Siguieron de largo.


Cinco minutos después, llegó el contador, seguido de cerca por el gerente.


Me saludaron. Pusieron la pava, me convidaron unos mates y yo aproveché -como quien no quiere la cosa- a endosarles la prueba del delito, con la poca naturalidad y desenfado que me quedaban de mi experiencia teatral.


Ellos, no se dieron cuenta. Pero yo no me sentí seguro hasta que se abrió el tesoro y nadie salió gritando que estaba vacío.


No es vida.


lunes, 17 de noviembre de 2008

Confesión de lunes



Hace unos cuantos días que no encuentro sobre que escribir. Pasan pequeñas ideas, esbozos de entradas, por mi mente y siempre termino contestándome que no van a interesar. Para quienes el oficio de escribir es sólo un ejercicio personal e inevitable, no están hechos los blogs.
Les confieso:

Yo escribo un blog; necesito de vuestra participación. El Gato vagabundo dice que Arlt escribía blogs en sus Aguafuertes porteñas. en eso me permito disentir. Un blog interesante de verdad, se hace entre el que propone una idea central y los que comentan y las respuestas de quien oficia de disparador.


Tengo muchas centenas de visitas a esta página. Al contador agréguenle más de 1.500 de la primer etapa, en la que usaba otro medio estadístico que quité porque muchos criticaban sus ventanas emergentes.
Cuando leo un blog, comento indefectiblemente, porque sé que el autor lo espera, porque me consta que enriquece el contenido global. Porque me encanta participar (que no es otra cosa que ser parte). Entonces me doy cuenta que soy mejor comentarista que autor de un blog. Y me desanimo.

¿Por qué mentirles?
Me invento vacaciones como las de la semana anterior y cuelgo un par de regalitos musicales o en vídeo. Es mi manera de pedirles que no se limiten a pasar por acá. es mi manera de decirles que necesito sus comentarios.

Dejen de holgazanear y tipeen aunque más no sea una injuria. Los estoy esperando. A ver si recargo mis pilas.

martes, 11 de noviembre de 2008

Lunaria y Weir. ¿Un amor inconfesable?


El próximo Viernes 14 de Noviembre – 21hs estaremos proyectando Picnic at the Hanging Rock, del australiano Peter Weir (Truman Show, Gallipoli, Testigo en peligro y La sociedad de los poetas muertos, entre otras).

Como es costumbre, la función dará comienzo a las 21:00 hs. y para los que se quieran quedar, luego de la Proyección realizaremos un debate sobre el Film.

Ya se encuentran abiertas las reservas.
Confirmar asistencias vía mail o por teléfono al 4704-5254.

CINECLUB LUNARIA Iberá 1629 (entre Montañeses y Arribeños) – Nuñez Tel: 4704-5254 Bono Contribución $8 (incluye Vino, Tè o Cafè)

TITULO ORIGINAL: Picnic at Hanging Rock
AÑO: 1975
DURACIÓN: 110 min.
PAÍS: Australia
DIRECTOR: Peter Weir
GUIÓN: Cliff Green (Novela: Joan Lindsay)
MÚSICA: Bruce Smeaton
FOTOGRAFÍA: Russell Boyd
REPARTO: Rachel Roberts, Vivean Gray, Helen Morse, Kirsty Child, Tony Llewellyn-Jones, Jacki Weaver, Frank Gunnell, Anne-Louise Lambert, Karen Robson, Jane Vallis, Christine Schuler, Margaret Nelson, Ingrid Mason, Jenny Lovell, Janet Murray


Información derramada por
Raúl Bellomusto
Pepe grillo oficial del blog.



lunes, 3 de noviembre de 2008

Marta Gómez


Trabajábamos juntos. Bah, en el mismo piso. Ni siquiera en el mismo sector.

En ese tiempo yo vivía solo en un mini departamento por Villa Urquiza (Altolaguirre y Monroe).

Un día caí en cama con una bronquitis de aquéllas. No quise joder a mis padres ya que mi viejita no andaba bien de salud y, por ende, no les avisé.


Estaba muy solo. Y enfermo. Combinación explosiva en un varón que se precie. La bronquitis me había pegado fuerte y era una situación ideal para pelar al demandante que uno lleva dentro de si. Pero la combinación con mi soledad hizo que tuviese que bancármela como en realidad tiene que ser.


A la segunda noche, a eso de las ocho y media de aquel invierno de 1991, suena el timbre del departamento. Era la portera. Me venía a avisar que abajo había una chica que quería subir a verme, pues sabía que estaba en cama. Me dijo su nombre y (algo extrañado) le dije que la hiciera pasar.


Debo decir que lo de extrañado era porque, si bien sabía que ella vivía a unas cuadras, no era más que una compañera con la que mucho tiempo no me tocaba compartir.

Después de saludarnos me dio una bolsa con un tuper que traía y me dijo que lo llevase a la cocina. Dentro del recipiente: sopa casera de pollo.

Voy a parecerles un tarado, pero el gesto me conmovió muy mucho.


Desde aquél día nos fuimos haciendo más y más amigos. Y compartimos muchas cosas, lindas y feas. Hace un tiempo que la vida quiso que por razones muy puntuales no pudiésemos encontrarnos tanto como quisiéramos.


Siempre seguimos comunicados y sin echar culpas por no vernos. El jueves voy a verla después de casi un año y medio. A ella, a Gabriel, su esposo (un hueso difícil de roer para hacer amigos, pero que es un corazón de aquéllos).


Y voy a conocer a su segunda hija.

Van a pasar años, les garantizo, pero nunca, nunca, me voy a olvidar de aquella sopa casera de pollo.


Esto es para vos, Morticia.

A propósito de los 25 años de democracia


Es altamente recomendable la lectura de una excelente nota del periodista Eduardo Aliverti publicada hoy en Página/12.

Les dejo el link.