sábado, 26 de abril de 2008

Veamos...


Volviendo al presente, pero sin salir del tema: ¿Qué nos pasó?

Una sucesión de dictaduras, un gobierno tumultuoso y fascistoide interrumpido por la más sangrienta dictadura militar de todos los tiempos.

Una guerra cruenta e insensata que seguíamos por tv, mechada con partidos de fútbol del mundial 82.

Luego un pálido retorno a la democracia y el creciente, paulatino e interminable desprestigio de nuestra clase política.

Una segunda década infame, más perversa que hizo parecer a la original, como una cosa de niños.

Una histórica sucesión de presidentes en un diciembre trágico y convulsionado.

Y durante todo ese tiempo, además, la entregas económica de nuestro patrimonio, unas veces más desembozada que otras.

Y la degradación cultural y educativa in crescendo.


Vaya si nos pasaron cosas. En algunas fuimos más culpables que en otras. Por acción, unas, por omisión en otras…

Pero aquí estamos.

Y antes de volver con mis maestros (pues todavía tengo mucho que decir) les invito a comparar mis dos post anteriores con algunas cosas que ocurren hoy en día.

  • Maestros sin vocación.
  • Maestros con vocación docente desesperanzados, con sueldos inconcebibles.
  • Padres con graves incapacidades para poner siquiera el más básico de los límites, que envían a sus hijos como quien guarda un objeto en un placard, al principio y con la pretensión de que la escuela todo lo solucione, mientras avanzan en la escolaridad.
  • Actos escolares en la última hora de un jueves, conmemorando una fecha patria que ya pasó o está por pasar, pero que cambia según el calendario de las agencias de turismo.
  • Padres e hijos que disfrutan de un fin de semana largo sin preguntarse y sin el más mínimo interés por saber por lo menos qué originó al feriado en cuestión.
  • Padres esclavos de sus hijos…
  • Padres tiranos y profundamente irrespetuosos con el docente…

Es una tarea de hormiga bien hecha, diría un amigo.

Pero cuando miramos el noticiero o leemos alguna cuestión que involucre educación, nos hacemos los sorprendidos, nos indignamos, pontificamos sobre lo que es necesario…

Pero siempre, siempre, pasándole la pelota al otro.


Como aquella humorada de dudoso gusto… “Hagamos la revolución… mañana todos a reclamar por (ponga lo que más necesite) -¿Mañana? No. tengo un asado…”

Es urgente no sólo repartir responsabilidades, sino barajar y dar de nuevo. Van dos generaciones perdidas. Tres, si contamos a las víctimas del genocidio.

No podemos seguir esperando que lo haga el otro.

Hagamos algo ya. Desde nosotros como integrantes de una familia.

No permitamos que nos sigan avasallando e imponiendo una agenda de temas ajena a lo urgente.

Prometo seguir.

(Los comentarios ayudan. A mí, a seguir escribiendo. A vos, a sentir que de alguna forma estás participando… que algo estás haciendo. Debate, se llama.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo sea por ser mejores , y no terminar alla al fondo a donde nadie nos vea ...


y seguir siempre con lo mismo ..


es una verguenza ...

pero se puede cambiar




Micaela