
Pido un fuerte y cerrado aplauso -de pié- para despedir a una grande. Nelly Láinez.
Y vos, que no la conociste, preguntale a tus viejos o abuelos. Antes de Internet, también existía el mundo.

¡Qué buenos!
Desde que tengo uso de razón el dulce de leche en pote de plástico venía en dos o tres versiones: 250 grs., 500 grs. y
Como no se podía aumentar el producto, por arreglos con los distintos gobiernos, lo que estos señores empresarios de la alimentación hicieron algo que no es novedad dentro de las políticas empresariales, pero en aquella oportunidad fue más desembozado que nunca: cambiaron las presentaciones de los productos.
A ver:
Estábamos acostumbrados a las botellas de 1 y 1½ litro de aceite. Con la crisis, aparecieron tímidamente las botellas de 900 cc.
El precio era el mismo o u poquito más caro, pero la presentación traía un poquitito menos.
Contaban para eso con nuestra idiosincrasia de consumidores tilingos, que jamás se fijaban en los contenidos de las botellas (por no hablar de vencimientos, etc.).
Eran sólo 100 cc menos. Un 10% de producto menos. (Repito: al mismo precio o un poquito más caro que la presentación clásica de un litro).
Veamos la siguiente ilustración: La columna de la izquierda representa un litro, la de la derecha, 900 cc.. En las barras, la diferencia es notoria; pasemos a las botellitas: la de
A simple vista casi no se nota la diferencia.
Eso con los aceites.
Lo mismo se trasladó a cuanto producto recordemos, pero los casos más notorios son:
Yogur | 220grs | 200grs |
Dulce de leche | 250grs / 500grs | 200grs. / 400grs |
Queso crema | 250grs / 500grs | 200grs. / 400grs |
Los envases son casi idénticos, quizás se diferencian por una basecita un poquito más alta, un poquito más angostos… es ínfimo.
A todo esto, a las autoridades estatales advertidas por las asociaciones de defensa del consumidor, no les tembló el pulso. ¿qué hicieron?
¿Conminaron a las empresas a volver a las presentaciones originales o clásicas?
No. Les ordenaron a los supermercados que en la etiqueta de precio, debe aparecer también el precio por kilo de producto.
Y que las cuentas las haga el usuario.
Como siempre, la solución es a medida de nuestra idiosincracia de consumidores (o de argentinos, bah!).
Un tema aparte, es el de las ONG de defensa de consumidores. Pero ése, lo dejo para otro día.
¿Para pensar, no?
No es vida.
Cuando éramos chicos, había gran cantidad de temas de conversación que formaban parte del misterioso estante de las “cosas de grandes”.
Seguramente ahí, se debían guardar las internas familiares, entre otros “tesoros”.
Pero uno no era un niño de los 90 ó 2000. Corrían los años 60, 70. No éramos giles, pero estábamos a años luz de los chicos de hoy en día.
Nuestro trabajo, era aguzar el oído, husmear haciéndote el que “pasabas por ahí”, intuir, atar cabos, unir fragmentos de conversaciones…
Casi siempre, cuando grandes, nos terminábamos enterando en una conversación casual en la que nuestros mayores (aun seguían siéndolo) nos miraban con cara de “Cómo no sabías” o “cómo no te enteraste”.
Contradicciones de los mayores. La cuestión es que uno quedaba siempre como el último en enterarse de algo que era una obviedad. Nadie decidió que el día que llegásemos a grandes nos lo iban a contar pero pensaron que uno igual lo debía haber averiguado.
Qué épocas.
También había cosas que uno pensaba y no comentaba y lo tomaba como un hecho. En ese grupo de certezas nunca corroboradas, estaba la interna en la familia de mis padrinos.
Pero no voy a hablar de ellos porque si alguna vez lo hago, no será dentro de la etiqueta de buenos recuerdos.
Hoy quiero hablar de Susana, la hermana de mi madrina.
Porque es una persona a la que hace muchísimos años que no veo y creo que ya no volveré a ver, pero que siempre me impresionó mejor que su ostentosa hermana.
Mi secreto deseo era ser su ahijado en realidad.
Ahora soy agnóstico. Y nunca fui muy religioso que digamos. Mi familia era de católicos no practicantes. Lo que se valoraba, más que lo religioso, era el vínculo creado. Y eso fue lo que prioricé con mis dos ahijados, de grande.
Y para mí, que alguna interna había en esa familia. Nunca lo pude corroborar, pero hoy en día sigo pensando lo mismo.
Pero Susana y su esposo (así como sus hijos) me resultaban más interesantes, más cercanos de verdad (sin imposición) y por sobre todas las cosas, menos competitivos.
Es el día de hoy, que tengo mucho más presente en mi memoria (gratamente, claro) a Susana que a mi pacata madrina.
Y la verdad, me gustaría encontrarla para decírselo. Para decirle que un poquito, marcó mi vida, para bien.
Ojalá lleguen a sus oídos estas palabras.
Susana, no se si había tal interna, si había competencia entre las hermanas y/o cuñados. Pero si la hubiera habido, yo hubiese estado incondicionalmente de tu lado. Porque sin profusión de ampulosos gestos, demostraste ser mejor persona a lo largo de tu vida.
Me escribió a mi casilla personal, sin intenciones de participar directamente de éste blog, Jorge de Carapachay. Como soy muy insistente y digo 17.000 veces “Poooorfi”(cual letanía), lo convencí de contestarle desde aquí si me dejaba transcribir los fragmentos a debatir de su carta.
Porque Jorge tiene una opinión diferente a la mía y a las de los lectores que han hecho comentarios sobre el tema, lo que me entusiasma, para dejar abierto el debate de ideas.
Jorge quiere “aclararme” ideas. Y después de leerlo atentamente, me doy cuenta de que después de su aclaración, yo sigo pensando lo mismo.
Pero me encanta debatir. Porque si somos buena leche, podemos seguir leyéndonos, disentir, a veces, y otras seguramente estar de acuerdo.
Después de todo nadie es dueño de la verdad y sólo se trata de opinar de acuerdo a nuestras ideas y respetar las del otro.
Por eso y porque quiero que Jorge de Carapachay siga leyendo el blog, la nota.
***
“En países de Europa y mismo en los E.E.UU. (nuestra madre patria) no hay retenciones, y si los hay son mínimos, pero en cualquiera de los casos, siempre hay subsidios por parte del Estado hacia el productor agropecuario que exporta”, dice Jorge.
En USA se está estudiando el traspaso de la carga de impuestos a los combustibles del público a las empresas petroleras, en virtud de su altísima rentabilidad.
En todos los países serios hay sistemas de impuestos, que cobran más a los que más tienen.
Una de las cosas que debería hacerse es la eliminación del IVA, un impuesto retrógrado y la decisión de cobrar realmente los impuestos que deben pagar a los pequeños, medianos y grandes contribuyentes.
Todos los estados capitalistas son proteccionistas. Pero no ven que sea bueno que hagan esas políticas los países emergentes (eufemismo).
“¿Qué sucede con los productores agropecuarios de nuestro país? Son aquellas personas que siembran, cuidan de ellas, tienen enormes gastos en pesticidas y productos agroquímicos que se cobran en dolares o euros por que se importan todos, tienen que mantener o comprar maquinarias costosísimas y esperar hasta que llegue la época de la cosecha gastando dinero sin recuperar un peso y rezando que no se le eche a perder por una sequía, inundación, helada o granizada; que de pasar ello pierde todo y tiene que salir corriendo a endeudarse con el Banco Nación o Provincia. El Estado le dice: ¡Lo siento. Siga participando!”
Estos productores que mencionás, ¿los que tienen unas pocas decenas de peones y les pagan sueldos dignos y en blanco? Los agroquímicos, pesticidas y hasta maquinaria, se están pagando con soja (se le dice canje).
Los Bancos Nación Y Provincia y los de otras provincias han sido diezmados por “ayudar” a nuestros sacrificados hacendados…
El INTA, que hace los estudios del suelo y las investigaciones para los productores, lo pagamos todos.
Averigüen cuántos trabajadores del campo se han jubilado como tales en los últimos diez años. Da escalofríos tanta impunidad.
“Mientras dura todo el proceso de cosecha y siembra el productor agropecuario (pequeño o grande) debe pagar: Impuesto a las Ganancias, IVA, Bienes Personales, Impuesto al Cheque, Impuesto a
Contestado en los puntos anteriores.
“En la época de los abuelos el hombre de campo para su trabajo y traslado utilizaban los Jeep o rastrojero. Esos vehículos hoy no existen, por ende se manejan con las 4x4 (un vehículo creado para esos tipos de superficies duras y agrestes) ¿Esta mal? ¡No! LO QUE SI ESTA MAL Y ES VERGONZOSO es que las esposas o amantes de los políticos utilicen las 4x4 en la ciudad para llevar los chicos al colegio o hacer shopping.
LO QUE SI ESTA MAL Y ES VERGONZOSO que los nenes de los políticos y goberantes utilicen las 4x4 para correr picadas en la arena de la costa atlántica o Punta del Este. LO QUE SI ESTA MAL Y ES VERGONZOSO es que la señora presidente le regale a su hija una Minicooper para boludear en
“Entonces pensá: si una persona trabaja, le va bien económicamente ¿¡Esta mal!? No para la gente común, si para el matrimonio K.; y no hablemos de los tamberos y ganaderos.”
Nadie puede estar de acuerdo con las mujeres de los políticos en 4x4, 8x8, etc. Es una vergüenza, claro. Pero basta con mirar la plaza de un pueblo sojero, para encontrarse con grandes desigualdades. Lo de la mini cooper es lo de siempre. No está en discusión. No admite palabras a favor, claro. Pero no es el fondo de la discusión.
¿Los ganaderos? ¿Esos que quieren vendernos a precio europeo lo que Europa desecha? ¿O aquéllos que pretenden una dieta más latinoamericana?
Con el paro de un mes del campo y con el cierre en forma soberbia y caprichosa del gobierno, no solo se han perdido mercados internacionales que rápidamente lo ocuparon los chilenos, brasileros, paraguayos y uruguayos, sino que en ese mes –sin aumentar las retenciones- hubiesen ingresado por exportaciones 9.000 millones de dolares. ¿No es estupido?
Hoy las ventas de soja se hacen “a futuro”. Y esto merece un párrafo largo:
A ver:
RRR le vende soja a $3 pesos a futuro a SSS. Cuando SSS la recibe, la vende a GGG a $6. Pero el productor RRR paga retenciones sobre los $3. Mientras GGG (RRR + SSS) la comercializa a precio nuevo, embaucando al estado una vez más.
No por nada en los primeros coletazos de la crisis los productores protestaban por el 40% de retenciones y ahora hablan tranquilamente de un techo del 50% para arreglar con el gobierno.
“Cuando asumió la reina Cristina el país estaba aumentando un 9% mensual en materia de exportaciones. Un estupido o ignorante dejaría las cosas tal cual, un incompetente aumentaría las retenciones.
En el año 2001 cuando los bancos estaban vacios de dinero, el pueblo encerrado en un corralito, las instituciones descreídas, los acreedores reclamando y el pais en quiebra con bandera de remate, fue el campo el único sostén del país, fue el campo quien se puso
¿Qué fue el campo el único sostén del país? Es un slogan.
La guerra no es tal, es sólo una batalla más, pero si miramos hacia atrás, a vuelo de pájaro, podemos encontrarnos con la la patsagonia rebelde, el conflicto CAP, que le costó la vida a Bordabehere en el congreso, los monopolios farmacéuticos en el gobierno de Illia, et.
Es cierto. Duhalde asumió tras el incendio. Pero eligió pactar no con el FMI (eje USA-Gran Bretaña), sino con los capitales de Europa que tenían fuertes intereses en el país.
Menos mal, porque el FMI iba por nuestro territorio y bienes directamente y hubiese sido apagar el incendio con nafta súper.
Al ver que su carrera política había llegado a un techo, debió dar un paso al costado y entre todos los postulantes del PJ se decidió por apadrinar a Kirchner, aunque imponiéndole (por el acuerdo antes mencionado) a Lavagna como Ministro de economía.
No me interesa quien es justicialista ni quien peronista o radical o del ARI, o del partido que quieran mencionar, no quiero entrar en discusiones partidarias. Sólo quiero mostrar un humilde análisis que creo sirve como disparador del gran debate que debería darse en la sociedad.
No se confundan, no defiendo a la pareja de presidentes. Pero tampoco defendería lo indefendible: A nuestros terratenientes de
Se trata de tener memoria.
No soy kirhnerista. No estoy a favor del “campo”. No soy kirchnerista. No estoy a favor del Grupo Clarín.
Siempre dije que era un bicho raro. Pero estoy a punto de cumplir 49 años y no me sale hacerme el boludo.
Las cosas van mucho más allá de lo que los medios nos proponen como menú informativo. O, al menos, son más profundas.
A ver:
Los señores del campo están haciendo millonadas a la sombra del fenómeno llamado SOJA. Recordemos que hasta hace muy poco tiempo estos mismos productores estaban completamente endeudados con los bancos. Sus campos valían poco, casi nada. Y nosotros, el Estado, los ayudamos a salir de esa problemáticas. Hoy la situación se revirtió: los campos se revalorizaron gracias a que el Estado los ayudó hasta con la mejora de los recursos hídricos.
¿Alguno de ellos, ahora, está obsesionado con devolver en euros esa ayuda?
Mal que les pese, en octubre pasado ellos también eligieron presidente.
¿Alguien va a decirlo?
¿No será hora de empezar a repartir un poco?
Digo. Porque hay hasta quien se permite decir que los argentinos no deberíamos comer carne, para hacer una dieta más latinoamericana. O que la compremos a precio exportación (en euros).
Pero pocos dicen que lo que esos productores ganaderos pretenden es vender la carne con hueso que no les es posible colocar en mercado alguno más que el local… a precio internacional.
Veamos:
No deberíamos comer “tanta” carne o de lo contrario pagarla como el mercado común europeo.
No plantan granos, trigo y otros cereales, porque a los productores les conviene más la soja, que se vende en euros. Y si lo hacen nos lo quieren hacer pagar como si fuésemos extranjeros del primer mundo.
¿Vieron las tremendas construcciones de edificios VIP, diseminadas por doquier?
Cada día hay más cero kilómetro en las calles.
Los fines de semana largo se agotan pasajes y estadías de hoteles.
Son indicadores reales. No hay más que ver a nuestro alrededor.
Pero también es cierto que los empleados (en general) ganan sueldos que no están mínimamente acordes con la canasta familiar.
Y ni hablar de los empleados en negro, los desocupados, los beneficiarios de planes sociales, los desposeídos de toda posesión.
¿No será hora de que los que tanto ganan empiecen a repartir unas migajas más de la torta?
***
Macri tampoco se animó a exigirle a Multicanal/Cablevisión que ponga los cables bajo tierra. Es más, tarde o temprano alguien lo va a hacer. (Nosotros, claro. Como contribuyentes.)
Mucho ruido con
Y la pelea del Grupo con el gobierno, ahora parece morigerada. Y uno que desde el 76 se acostumbró a leer entrelíneas, no puede menos que pensar que algún acuerdo bajo cuerda habrá.
Son pensamientos, ideas, reflexiones… qué se yo.
¿Me ayudan?
Hay gente que dice que con estos temas se tapa lo importante que está pasando y que, nosotros, los ciudadanos comunes, desconocemos y lo haremos por siempre jamás.
En nuestro país (Sudacaland) hay muchas urgencias, demasiada necesidad urgente insatisfecha.
Hablar, en este entorno, de los derechos de los homosexuales, pareciera ser de una frivolidad de legislador suizo. Sin embargo, detrás de lo urgente, está lo importante. (No le quito trascendencia a lo urgente, no.)
En el año
Osvaldo enfermó de cáncer. Luciano veló por su pareja hasta el momento de su muerte.
Hasta tuvo que pedir dinero a su familia en Brasil, para costear el tratamiento.
Con la muerte de Osvaldo, “aparecieron” después de muchos años, sus parientes del campo (primos, tíos), gente de buena posición económica. Lo primero que hicieron fue internar a su madre en un geriátrico y poner de patitas en la calle a Luciano.
El próximo paso es declarar insana a la señora y proceder con la sucesión.
El bien en cuestión es un departamento de monoblock perdido en
Ahora bien, con una mano en el corazón: ¿Para Luciano no era urgente desde hace mucho tiempo la legalización del vínculo?
Hay cosas urgentes, lo sé.
Pero hay DERECHOS muy básicos que son mucho más que urgentes si alguna vez decidimos seguir creciendo como sociedad.
A la vuelta de mi casa hay un supermercado chino o coreano, no sé bien, ni me preocupa especialmente. Concurría con cierta asiduidad, ya que por lo contrario a lo que uno ha experimentado se trata de un lugar bastante limpio, ordenado y –sobre todo- con precios acomodados a estos bolsillos en caída libre que poseo.
Todo bien durante unos meses. Les comento que había un horno eléctrico que después descubrí, es bastante corriente hoy en día, donde sacan unos panes muy parejitos, linditos, fresquitos y todos los itos que se les ocurran. Son algo caros, pero es difícil no caer en la tentación.
Un día estaba en el sector carnicería, con vista panorámica al de fiambrería, donde estaba ubicado el horno mencionado en pleno funcionamiento, manejado con casi destreza por el oriental de turno (son como 54, no los reconozco bien, pero sé que es un problema cultural).
Entre los olorcitos propios de la fiambrería y los de la camada del pan recién hecho, mi pituitaria de gordo ARDÍA. Observaba la tarea con verdadera fascinación gallinácea.
El oriental volcaba el contenido de la asadera (placa de horno –utilísima dixit) en la canasta donde los panes reposan escasos segundos hasta que la gente los saquea virtualmente.
Pobre oriental, se le cayó uno al piso.
¿Pobre oriental? Se agachó a recogerlo y lo puso EN
Sin inmutarse, claro.
En la carnicería, aparte del carnicero, su ayudante y yo, esperábamos unas 5 personas (señoras, señores). Todos lo vimos. Todos.
No aguanté y lo increpé preguntándole que hacía. Que cómo iba a tomar el pan del piso y ponerlo para la venta.
Me contestó airado que el piso esta SECO.
Le dije que no importaba, que por ahí caminaba él y la oriental que atiende la fiambrería.
Discutimos un poco más. La gente, a mi alrededor, asentía. (A mi favor, claro.)
El oriental me terminó echando del local como si fuese un delincuente, diciéndome que le estaba faltando el respeto y que si no me gustaba, que no volviera más.
El carnicero y su ayudante, bajaron la cabeza. Los clientes que me reodeaban, abrieron el círculo y dejaron de mirar la situación y mirarme. Me entregaron.
Salí del local con una serie de sentimientos mezclados.
No voy a hablar de lo que pensé de los argentinos que estaban viendo la escena y se quedaron.
Pero, de todo se aprende.
También me sentí desnudo como ciudadano.
La verdad es que el oriental me dio una clase magistral de cómo es vivir en mi país.
Más que eso. Dio cátedra.
Ayer recibí la contestación a un mensaje de texto (SMS) con la palabra (¿neologismo?) más absurdamente actual: te esemeseo en la semana.
Sí. Leyeron bien. Alguien durante la próxima semana me va a esemesear.
Tengo miedo.
Casi diría que entré en pánico.
Alguien me va a esemesear, murmuro durante la noche, en la oscuridad de mi cubil… moviéndome despacio, casi arrastrándome por las paredes y muebles.
¿Qué me van a hacer la semana que viene?
Por las dudas, ya lo saben. Si aparezco en una zanja putrefacta ensartado por un Nokia 6500KIYTR PLUS… fue Raúl.
¿O será algo erótico?
No me queda más que esperar.
No es vida.
A veces creo que esta virtualidad cotidiana de los blogs no hace otra cosa que dejarnos más solos. Es como reflexionar con uno mismo, disfrazado de post, disfrazado de comunicación con los demás, pero siempre con el teclado de por medio.
Es la comunicación llevada al paroxismo:
Sólo para saber si algún amigo comentó, participó… Es como el derecho de expresión llevado tan al límite, que uno siente que habla consigo mismo y sólo eso.
No me quejo por las muchas o pocas visitas, los pocos o valiosos comentarios. No.
Juro que no pasa por ahí.
Lo que en realidad necesito, es saber que hay alguien que lee. Que no estoy hablando solo.
En realidad en momentos como éste, pienso que más que aporrear el teclado de una pc, debería estar hablando con alguien, pero cara a cara.
Internet es un espejismo.
Te cuento:
He vivido equivocado…
Y casi al borde de cumplir 49 años me he dado cuenta. Supongo que ya lo sabría, pero no me quise enterar. Hasta hoy, que se hizo demasiado evidente.
He dedicado mi vida a cultivar
A ser un buen amigo. A ser solidario. He recorrido grandes distancias, dejando todo, (literalmente) ante la llamada de un amigo.
Y no me pesaba. Lo hacía con convicción, con infinita certeza. Hasta postergándome o poniendo en riesgo mi trabajo.
Me criaron así. Con un demasiado alto concepto de la palabra amigo. Hasta más que hermano me enseñaron.
Y así lo hice siempre.
Con la secreta (e imposible) confianza de que mis amigos harían lo mismo por mí.
Internet es un espejismo.
Tanta modernidad, tanta herramienta (este blog, por ejemplo) para comunicarse, para terminar sintiéndome cada día un poco más solo.
Y si lo escribo acá, es porque aun quiero creer. Pero prometo ser un poco más difícil de convencer.
Y cada vez encuentra más pelos sueltos en el peine.
¿Será la vida una preparación para estar finalmente solos al final?
Digo, ¿no sería más fácil decirnos desde que tenemos uso de razón que estamos solos?
Internet es un espejismo.
Todavía quiero aferrarme a la idea de creer que la amistad no… o habré vivido equivocado.
En uno de los comentarios del primer post sobre mis maestros, Miguel decía “Tampoco creo que los alumnos deban ser esponjas: la educación es “un ida y vuelta”, donde el docente también aprende de sus “educandos”.”
Por supuesto. Con lo de esponjas quería decir simplemente que están en una edad en que todo lo absorben (bueno, regular o malo). Claro que los maestros deben aprender de sus alumnos, sino no son verdaderos docentes.
Aclarado el punto para que mi estimado Miguel pueda dormir tranquilo, vuelvo al ruedo con mis maestros.
También existían las ganas de aprender, el entusiasmo por saber… y más adelante, en la adolescencia, la pasión por algo. Una futura carrera, militar en política, comprometerse con la realidad social.
Mínimamente en la adolescencia casi todos teníamos una pasión. Leíamos el diario… hablábamos de política…
Hoy no hay pasión en la mayoría de los jóvenes (no quiero generalizar, para evitar que la discusión se desvíe)…
Y eso aparte de tener un costo social mucho más importante que el que creemos, tiene motivos claros.
¿Qué nos pasó? La pregunta es retórica, claro. Sabemos lo que nos pasó. Nosotros, los de cuarenta y tantos… (o más)
Porque los jóvenes, hoy en día, no parecen tener mucha idea de ello. Pruebas al canto: Edición 23 del diario Crítica. Nota sobre el aniversario del golpe militar más cruento de nuestra historia:
No parecen tener idea, decía, y tampoco parece importarles mucho. ¡Qué trabajo tan bien hecho!
Destruyeron la educación pública, vaciándola de contenidos, colmando de desprestigio a sus docentes, destruyeron la participación popular (luego), entronizaron el “vos solo, podés.” El culto más infernal y monstruoso al individualismo, la carencia supina de solidaridad, el más límpido “¿Yo?, argentino.” Ese sobre el que dramaturgos de la talla de Carlos Gorostiza, advertían en los ´60 en obras como “Los prójimos”, por ejemplo.
Y a veces, más lineal, yo pienso en aquellos, mis MAESTROS. Los que junto a la educación de mis viejos me enseñaron VALORES. Y los admiro, los extraño, los atesoro, quisiera encontrarlos en la vieja escuela de Cosquín 1943, intactos, con esas mismas ganas, esos valores, como si no hubiese pasado el tiempo.
Pero vaya si pasó.
Mientras tu nena de 8 años sigue la “coreo” de Patito feo, contoneándose casi lascivamente, como si tuviese 16 y vos la mirás con esa expresión babosa…
Mientras tu pibe agrede a sus compañeros con un arma (familiar, eso sí)…
Mientras tus hijos insultan y degradan aun más a sus maestros…
Mientras ocurre todo eso, la maquinaria sigue funcionando.
Y ya es hora de pararla.
Bancate poner un puto límite. Es tiempo. Mirá que nuestros pibes van creciendo todo lo rápido que lo permitamos. Y si ya de por sí, el tiempo pasa rápido… ¿por qué no desacelerarnos?
Paremos la máquina. Hagamos algo para que aunque sea nuestros bisnietos puedan volver a ver una EDUCACIÓN de verdad. Pero hagámoslo ya.