viernes, 8 de agosto de 2008

A ver


Un genocida da cátedra sobre la tan mentada doctrina de seguridad nacional en pleno juicio, reivindicando lo actuado por la dictadura más aterradora de todos los tiempos. Ése mismo engendro (disculpen pero para mí ni siquiera llega al status de ser humano) dice que nos gobierna la “subversión”.

Las cámaras lo multiplican.

La urraca esposa de un militar, va de juzgado en juzgado graznando su odio y amenazando a jueces y funcionarios de nuestro país. Las cámaras lo multiplican hasta el paroxismo.

Esta caterva de hijos de puta está hoy, a todas horas en las pantallas de tv.

Y me pregunto si es realmente relevante como información. Me parecería más sano que a la urraca se le dedique tres anecdóticos centímetros en una página par del centro de una publicación, que lo mismo ocurriese con el engendro planteando una apología del genocidio, disfrazado a modo de descargo.


No basta, hoy en día, con que el periodista presentador de la noticia, ponga cara de indignado y diga que eso está mal. Porque ese mismo periodista presentador, ha dejado de ser creíble por mantener un puesto más que bien pago diciendo en otras cuestiones no lo que piensa, sino lo que la línea editorial del multimedios en el que trabaja le obliga.


No existe el periodismo independiente. Y mucho menos desde un multimedios.

A ver si me hago entender. A mí, que lo viví y nadie me lo contó, no me cambia ni un céntimo lo que pienso sobre la época más oscura de nuestra historia. Por más que se multipliquen las pantallas, por más titulares de molde que le otorguen.


Pero a uno de nuestros chicos, los que nacieron en los ochenta o noventa, que crecieron en medio de la proclamación del fin de las ideologías, de la muerte de las utopías. A uno de estos chicos que se creyó a pie juntillas lo que los medios le vendieron sobre la salvación individual.


5 comentarios:

El Vasco dijo...

Claudio, estoy muy de acuerdo en cosas que vos decís y en otras no tanto.
Te parece que la boluda no se incendió gracias, en este caso, por los medios? La mina terminó de enterrarse ella y a lo que reclama. En este caso, por salir en TV.
...
Yo era muy chico durante la dictadura, nací en el 77, por lo tanto he mamado toda esa experiencia de mis viejos que consideran (y yo también) terrible. Pero lo que no me gusta es que ésa época la transformen en el paradigma de la historia argentina.
Hay un discurso que atrasa 30 anios y tenemos que terminar. Miremos el presente, proyectemos, levantemos la cabeza y veamos hacia dónde nos dirigimos. Ése es el tema pendiente. No podemos seguir en los 70. Ya está, pasaron... aprendamos, que no vuelve a ocurrir. Pero pensemos en el futuro.
REPITO: Ése es el debate pendiente.

Saludos

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

No soy necio, Vasco. No podemos seguir anclados en el pasado. Pero tampoco ser rehenes de nuestra historia.
Sin memoria, se repiten errores.
Se trató de pacificar al país mediante decretos y leyes vergonzantes.
Eso es lo que nos atrasó. Ahora es el momento de juzgar y condenar. Que no queden entre nosotros genocidas, torturadores, represores de esa época.
Y siempre, mirar hacia adelante.
Lo que motivó esta entrada es la lectura de un par de blogs que no mencionao para no publicitar, con contenidos y comentarios realmente necios y lo peor: con varias decenas de miles de visitas. Y me asusté.
Gracias por comentar, como siempre.

Soledad Jácome dijo...

Estoy con muchos trastornos últimamente y, por lo tanto, atrasadísima con la lectura y la escritura.

Pero este almuerzo lo dediqué a ponerme al día y me encantaron los últimos post.

Con respecto a esto último yo creo que justamente el problema es el futuro, y el futuro está en manos de aquellos que nacieron desde el 76 en adelante (metafóricamente). Es por eso que es muy importante que esas personas tengan conciencia de pasado. Es fundamental que los treintañeros de hoy eduquen a sus hijos desde ese lugar, que tomen partido, que le den la mamadera y les cambien los pañales desde cierta ideología. Porque no hace falta sentar a un nene de 5 años y tratar de explicarle los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno militar para que ese nene sepa, desde muy chiquito, cómo piensan sus padres.

La ideología no se transmite ni se manifiesta así, dando cátedra, diciendo “yo leo esto”, “mamá piensa esto”, “papá escucha a este periodista”. Uno vive la cotidianeidad ideológicamente, o por lo menos así debería ser. Ese nene o esa nena de 4 años, que está jugando con sus chiches en la alfombra, escucha cuando uno grita, cuando opina, cuando dice: “algo habrán hecho”, “no fueron 30.000”, “acá no trabaja el que no quiere”, “la solución es matarlos a todos”, etc. Ideología es nuestra angustia o nuestra burla ante una noticia, ante una película, ante un discurso. Es cómo nos tomamos las cosas, como las vivimos, los comentarios que hacemos, lo que aprobamos, lo que festejamos y lo que repudiamos. Y para eso no hace falta ir al colegio, eso se transmite en la mesa familiar de todos los días y eso lo respiran los chicos, por lo menos, desde que nacen.

Hay que mirar hacia el futuro, ¿pero desde dónde? Hay que mirar al futuro yendo con nuestros hijos a cada marcha para recuperar a un nieto, emocionándonos con ellos cuando alguno es recuperado, llevándolos a ver Teatro x la identidad. Sólo desde ese lugar debemos mirar al futuro. Para que nuestros hijos no tengan un futuro a costa de quienes no pudieron tener un pasado.

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Gracias por los comentarios. Gracias Carolina por participar.

Unknown dijo...

Y esta barbaro y estoy de acuerdo en lo que dicen, pero.... si, siempre hay un pero... vos decis Claudio que la teoria de los dos demonios no es aplicable, creo que en esta caso se aplico la teoria de que la historia la escriben los que ganan (y este comentario seguro me colocara en la picota) no se como explicarme, pero hubo gente que actuo mal de ambos bandos y se deberia juzgar a los que todavia no fueron juszgados, no se, como juicios privados, pero no deberian de andar tranquilos por ahi gente que puso bombas sin imoprtarles quien quedaba en el medio.
esoestodo