jueves, 30 de octubre de 2008

Mi primera vez en un cineclub III


Pido disculpas por la tardanza en presentar esta continuación, pero tuve que hacer un viaje repentino, que me sirvió (entre otras cosas) para cargar pilas.


He tenido participación a lo largo de mi vida (soy del pleistoceno superior) en varias faunas. La de teatro, la sindical, la de taller literario, en fin… varias.

Pero nunca me había acercado a la de un cineclub, aunque debería llamarse en este caso, flora y fauna.


Con mi experiencia en la coordinación de talleres y elencos teatrales y en cursos de microinformática, he desarrollado una ¿capacidad? de diagnóstico más o menos rápida pero siempre efectiva (dios me guarde) de los grupos en los que me toca intervenir.


En Lunaria, entonces, sin premeditación alguna, me encontré “ejerciendo” dicha cualidad. A veces, resulta importante, pero otras, créanme, se vuelve en contra, ya que no nos permite disfrutar del todo de la actividad.


La flora y fauna de Lunaria (por lo menos aquella noche) resultó algo variopinta y a la vez “de manual”.


Vamos a empezar ubicándonos en tiempo y espacio: viernes, noche, Núñez. Que no es lo mismo que decir viernes, noche, Lomas del Mirador.


A alguna señora le faltó la capelina al tono con su cartera y demás accesorios, para pintarla completa, o sea:


Señorasolaposiblementeviudaobienseparadahaceañosqueyacerrólapersiana¿vió?peroque
tratadehuirdelasoledadconcurriendoaeventosquizásalgoexóticosconsuamigadelalmasetrate
deuncursodeikebanafilosóficotrascendentalouncineclubqueestarecercadecasa.


Entre las dos suman casi ciento cincuenta años. Y falta que lleguen del brazo. Prefiere no opinar demasiado y cuando lo hace es para no agregar mucho que digamos.


Matrimonio síndrome nido vacío que intenta encontrar alguna actividad más interesante que enfrentar al otro. Ambos muy correctos, con pátina de “progres” y videófilos empedernidos, capaces de ir a ver -completo- un festival de cine tibetano, sin inmutarse y opinando hasta de los extras del film de turno. Ávidos de gaseosa americana original, saben de cine y nos lo hacen saber –eso sí- todoeltiempo.


Señor solo, quizás en busca de un grupo de pertenencia, que googlea sobre la peli un par de días antes para no aparecer como desinformado y repite alguna palabreja utilizada en una crítica de algún diario español y se deleita con su hallazgo.


Piscóloga de mediana edad para la que todo tiene que ver con el útero materno del director y que es capaz de encontrar un símbolo en cada toma.


Cinéfilo que vió más cine que los críticos organizadores y toda su parentela incluída, que cita la filmografía del director de memoria, en cinco segundos sin repetir y sin solplar y compite con ellos. Colgada de su brazo su novia más joven que lo admiiiiiiiira.


Madre munida de adolescente algo autista, a simple vista, pero que descerraja unos análisis cortos y certeros que lo dejan a uno con la sensación de que no todo está perdido en la juventud de hoy en día ¿vió?


Psicóloga forense con veleidades de vice directora de primario en ejercicio de las de antes a la que es preferible no contradecir, so pena de un escarmiento verbal que te deja como preguntándote qué corno hacés ahí.


Por último, Roberto y yo. Reciente pareja. O cuarteto, según mi sagaz y descarnado amigo Pepe Grillo.


A mí, me encantó. Me moví como pez en el agua, máxime con el changüí de ser presentado como amigo del crítico coordinador del evento, mencionando como al pasar que vimos juntos algunas pelis del director, lo cual me daba chapa de entendido por carácter transitivo (Gracias, Pepito).


Roberto, que me sigue como sólo se hace al principio de una relación, no fue muy convencido, ya que se autodenomina prejuiciosamente “no intelectual” como si hubiese que serlo para ver una peli y comentarla, que de eso se trataba la reunión. Salvo el episodio que nos alejó (asientos reservados pero no tanto…) la piloteó, ya que es partidario del cine como entretenimiento y nada más. ¿No es un sol?


Un último párrafo para el grupo en su totalidad (salvo los coordinadores del evento): Se notó silencios incómodos cuando los comentarios de los coordinadores rozaban lo social. Hablar de pobreza, de marginación, de exclusión social no resulta nada cómodo para quienes quisieran que esos temas no existiesen. Les resultará más plácido, quizás, que la muchacha los siga barriendo debajo de la alfombra.






viernes, 24 de octubre de 2008

Las diez películas que hay que ver antes de morir y por qué /// Justificaciones 8 (*)



LA PATAGONIA REBELDE





Porque es el film político por excelencia en la historia del cine argentino. Porque documenta las miserias de un gobierno democrático, lo cual debería de haber configurado una alerta para nuestra malacostumbrada amnesia. Porque cuenta con uno de los elencos más brillantes que cualquier peli argentina pueda ofrecer. Porque Alterio está muy malo. Porque Brandoni y Pepe Soriano están muy buenos. Porque es la última peli “fuerte” antes de que nos callaran por muchos años…






SED DE MAL


Porque arranca con el plano secuencia más célebre, mejor coreografiado y tremendamente expresivo que jamás se haya filmado. Porque no sólo tenemos a Welles en su madurez absoluta como creador, sino que nos brinda una actuación magnífica, fuerte, inolvidable. Porque está Marlene Dietrich, que nos ratonea con 50 años de retroactividad. Porque es lo único bueno que hizo en la vida Charlton Heston (ni siquiera por su actuación, sino que porque pidió al enorme Orson como director como condición irrenunciable para participar de la obra). Porque es una de, al menos, las mejores 5 películas de la historia.




(*) ¿Ocho ya? Parece que fue ayer...



Raúl Bellomusto
Pepe Grillo invitado del blog










martes, 21 de octubre de 2008

Mi primera vez en un cineclub II

Ahí nomás, tomé del cogote a mi sufrida pareja y nos fuimos a la parada del colectivo, no sea cosa de arrepentimientos.

Una vez allí, una fulgurante luz se fue acercando a nosotros dejándonos en una suerte de sopor hipnótico. Cuando pudimos reaccionar notamos que habíamos sido abducidos y teletransportados de la itálica Lomas del Mirador al coqueto Núñez.

Repuestos ya y llenos de interrogantes que no vienen al caso, nos encaminamos al local de la librería Lunaria, sede (viernes por medio) del dichoso Cineclub.

La función era a las 21:00 hs. Si hubiésemos ido en colectivo, habríamos llegado alrededor de las 20:45, pero con el asunto de la abducción, ganamos alrededor de 15 minutos.

O sea que a las ocho y media estábamos husmeando a través de la vidriera. Estaban los de la librería y Raúl, envuelto en cables. Al respecto me pasó algo muy curioso. Conozco a Raúl hace más de 18 años. La mayoría de ellos tuvo un frondoso y policíaco bigote. Desde hace algunos años,no. Me costó imaginarlo sin bigotes hasta el viernes. Fue en ese instante en el que levantó su mirada y nos vió, en el que terminé de aprehender su nuevo bastante viejo look. Es Pepe Grillo en persona. Ahora me cierra.

Azorado, por nuestra temprana llegada, emergió como pudo de entre la maraña de cables y salió a recibirnos. Nos indicó que mejor esperásemos en el bar de la esquina, porque todavía había tiempo y tenían que terminar de acondicionar el local.

Unos minutos después, mientras tomábamos nuestros cafés, apareció y se sumó a la charla.
Faltano escasos minutos para las nueve, nos dejó y nos prometió un par de sillones "re-cómodos", a modo de homenaje.

Cuando llegamos, estaban todos y nuestrso sillones ocupados. Así que terminamos cada uno por su lado y yo -encima- de costado. Digan que el silloncito era giratorio, porque mal que mal pude rotar un par de veces durante la proyección, cuando las piernas de un imberbe y el peinado de su madre me lo permitían. Es así. Esos instantes morigeraban mi creciente tortícolis.

Mientras Bruno y Raúl, los conductores/moderadores del evento, hacían la introducción, me dediqué a observar a la fauna presente.

Mañana les termino de contar.





Mi primera vez en un cineclub I


Mis únicos acercamientos a un Cine Club hasta el viernes pasado, fueron Víctor Iturralde Rua en Cineclub Infantil por la pantalla del canal trece de principios de los setenta (o sea que en realidad era un mero espectador) y mi participación en alguna proyección de cine con debate en la aurora de la recuperada democracia (pero tampoco vale, pues en ese momento ni se desayunaba sin debate).



Siempre me gustó el cine, siempre traté de ver todo lo que pudiese, pero confieso que tengo mis límites, quizás más prejuiciosos que verdaderos…



Pero tampoco soy un embanderado del Salven al cine malayo.



Mi amigo intermitente Raúl Bellomusto (crítico invitado habitual de este blog) hace rato que había perdido el sueño por no lograr mi concurrencia a Lunaria.



No sé ustedes, pero yo creo que con los amigos hay que ser generoso. Entonces, en un arranque (¿delirio? – recuerden que sigo a dieta) decidí adentrarme en ese sub- mundo, quizás alentado por el director de la película de turno: Peter Weir.



He visto varias pelis de Weir: Testigo en peligro, Gallipoli, La costa mosquito, Matrimonio por conveniencia, El año que vivimos en peligro, Sin miedo a la vida, The Truman show… y como me gustaba mucho el estilo del director, decidí presentarme en Lunaria y hacer la experiencia.






Continuará

lunes, 20 de octubre de 2008

¿Brindamos?


Espero sinceramente que sea verdad:

El Gobierno nacional, terminaría de cuajo con las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).


SERÍA PARA FESTEJAR.

sábado, 18 de octubre de 2008

Mi primera vez en un cineclub

Anoche estuve en Lunaria, viendo y debatiendo sobre "The plumber" un telefilme de Peter Weir, un director de mis predilectos.

Pero este post es sólo un avance. Mi primera vez en un cineclub amerita dejar un poquito de intriga.

Me muerdo por hablar.

Mhhhhh...

viernes, 17 de octubre de 2008

Delirios de un gordo a régimen


Durante 2006 y parte de 2007 sufrí una importante depresión que me hizo ganar unos cuarenta kilos. De Octubre de 2007 a Marzo de este año, logré bajar unos 25.
Luego, por causas que no vienen al caso paro que no son una excusa más, me vi obligado a realizar una suerte de mantenimiento (no adelgacé más, pero tampoco aumenté de peso).

Hace una semana retomé mi dieta.

Lo particular esta vez es que la misma se desarrolla sin mayores problemas, salvo un pequeño detalle: padezco delirios.

Lo normal, en las primeras semanas de dieta, en mi caso, es sentir deseos frecuentes de algún alimento en particular (prohibido en la dieta, claro), que no suele ser una exquisitez muy sofisticada: un puré de los míos (bomba a la altura de la neutrónica), un choripán... esas pequeñeces.

Pero esta vez, ante el estupor de mi reciente pareja, aluciné mal.

Cual Hansel o Gretel imagino mi casita hecha de comestibles: Las vigas del techo de queso de cerdo y morcillón (alternadas), las tejas son fetas relucientes de jamón serrano.

Las paredes son de quesos duros y las aberturas metálicas fueron reemplazadas por quesos de pasta semi dura. De los grifos sale cerveza negra Schneider bien helada.

Puedo jurar que no poseo alimento prohibido alguno en nuingún escondrijo inalcanzable.

En fin, amigos, como pueden observar, mi vida no es nada fácil.

Y (mientras dure la dieta), no es vida.

martes, 14 de octubre de 2008

Iris Láinez


En estos tiempos de éxito express quizás no esté muy valorada una de las principales herramientas de un artista: la voz.

Me refiero concretamente a la tv. Plagada de púberes y adolescentes sin verdadero ejercicio teatral, que susurran sus textos con el mohín correspondiente y pendientes del plano que les otorga el director.

Escucharlos compartir una escena con actrices como Hilda Bernard o Lidia Lamaison, da cuenta de lo que digo y quizás algún sonidista pueda corroborarlo.

Actores se hacen en el teatro. en el ejercicio de todos sus potenciales, pero allí, en el día a día, donde no te salva un micrófono o una consola. debo ser antiguo, seguramente.

Pero actuar es mi pasión y la defenderé hasta el último instante de mi vida.

Por eso, desde aquí, mi humide homenaje a Iris Láinez, quien acaba de fallecer a los 86 años. No estamos siendo justos con nuestros artistas.

Prefiero decir que hay gente "del espectáculo", por un lado y artistas, por otro.
Y si así seguimos, ni siquiera seremos capaces de diferenciarlo en un futuro no muy lejano. No olvidemos a nuestros artistas.

Sería nuestro certificado de defunción como sociedad.

viernes, 10 de octubre de 2008

Lunaria vive.


El próximo Viernes 17 de Octubre – 21hs estaremos proyectando The Plumber, del australiano Peter Weir (Truman Show, Gallipoli, Testigo en peligro y La sociedad de los poetas muertos entre otras).



The Plumber es uno de los primeros trabajos de Weir y corresponde al periodo de realizaciones en Australia, anterior a su partida a Hollywood.



Como es costumbre, la función dará comienzo a las 21:00 hs. y para los que se quieran quedar, luego de la Proyección realizaremos un debate sobre el Film. Ya se encuentran abiertas las reservas.



Confirmar asistencias vía mail o por teléfono al 4704-5254.



CINECLUB LUNARIA Iberá 1629 (entre Montañeses y Arribeños) – Nuñez Tel: 4704-5254 Bono Contribución $8 (incluye Vino, Tè o Cafè)



un chivo de

Raúl Bellomusto

Crítico invitado



miércoles, 8 de octubre de 2008

Las 10 películas que hay que ver antes de morir // Justificaciones 6

MÁS ALLÁ DEL OLVIDO

Porque es una obra maestra de un intuitivo genial como don Hugo del Carril. Porque es la “Vértigo argentina”, adelantándose al propio Hitch en el tratamiento del tema del doble, pero a la vez homenajéandolo, a través de las casi explícitas referencias a “Rebecca”.

Porque posee una de las puestas en escena más cuidadas de la historia del cine argentino, porque su dirección de arte es impecable. Y porque es inconseguible y me hice de una copia, gracias al Museo del Cine.




HISTORIAS DE TOKIO


Porque junto a Kurosawa y Mizoguchi, Ozu conforma el triángulo fundamental de maestros japoneses. Porque la historia da muestras adelantadas y agigantadas del deterioro de la sociedad a través del comportamiento de los hijos y de los vestigios de la posguerra.

Porque está filmada según el “método Ozu”, con la cámara siempre baja (a la altura del tatami) y escasos movimientos – hay sólo un travelling en toda la película -. Porque, por si esto interesara, figura en casi todas las listas de las mejores de todos los tiempos.




Raúl Bellomusto

Crítico invitado intermitente (a veces)

jueves, 2 de octubre de 2008

Sarampa II (Una puerta entreabierta)


Las jornadas del curso discurrían regadas de mates y de cositas ricas que traía la gente o el gerente de parte de su esposa. Las sucursales del BNA son eso: familias; y con todos los condimentos de una familia común. Las cosas buenas, las regulares y las malas. Gente maravillosa que no olvidaré, que contribuyó a hacerme mejor persona y eso es para agradecer.


La sucursal estaba en obras de remodelación, por lo tanto, el quincho no estaba utilizable. Con lo cual el asadito de despedida del curso lo planearon en una parrilla en el otro extremo de Sarampa, para el viernes a las 19:30, ya que la movilidad que me acercaría a Cnel. Rampuglia para el regreso a Baires, pasaba alrededor de las 22:30.


Ese día, por gentileza de la gente y para no fallar con el asado, decidieron empezar la jornada de curso sin corte, o sea después del cierre al público de la sucursal, pues debíamos efectuar la evaluación del curso y hacer quichicientas mil fotocopias para repartir entre tres diferentes receptores. (¡Uf!)


A eso de las seis de la tardeestaba yo en la oficinita de la fotocopiadora preparando los juegos y se me acerca el gerente:


-Claudio...




-Sí, Gerente.



-Cuando termine con las fotocopias, vaya al hotel, refrésquese, prepare el equipaje y lo esperamos a las 19:30 en... (me indica como llegar a la parrilla).


-Ok, Gerente, quedamos así.



Un cuarto de hora después terminé con la tarea. Me puse a recorrer la sucursal para avisarle a quien estuviera que ya me iba.


La sorpresa fue mayúscula cuando después de recorrer cada rincón de la sucursal a los gritos de:



-Gerente...



-Contador...



-Tesorero...



Me termino de dar cuenta de que estaba en total soledad. Corro hacia la puerta principal y la encuentro entreabierta...



Volví a la recorrida para constatar mi pasmosa soledad.



¿Qué hago?, me dije. ¿Debía cerrar la puerta, apagar el aire, las pc...?


Entré en total desesperación. Para agravar mi taquicardia paroxística la casa del gerente no se encontraba pegada a la sucursal. Era a tres cuadras de allí.


Tomé coraje, me aproximé a la puerta, salí, la arrimé sin cerrarla del todo, respiré hondo y como mi castigado cuerpo de obesito tirando a obeso, por entonces, me lo permitió, corrí a la casa del gerente.



No fue mucho tiempo, pero para mi cerebro fue como un siglo. Las imágenes de los diarios del día siguiente con mi cara en la tapa culpándome del desfalco a la sucursal Sarampa del Banco de la Nación Argentina, me atosigaban.



Sin aliento, toco a la puerta. Mi cara denotaba catastrófico terror.



-¿Qué pasa, Claudio?


-El banco... la puerta... el aire... las pc... ehhh... está todo abierto y no quedó nadie... -enhebré.



Tras una carcajada que me resultó un tanto insultante, el gerente dijo:



-Tranquilo... Está todo bien. Vaya al hotel, prepárese y véngase a la parrilla que después cuando termine el asadito, nosotros volvemos a la sucursal a terminar el trabajo y cerramos todo.



No es vida.








El próximo relato de la serie Proyecto Centenario tratará sobre los caballos de verdeo.



Sarampa I

Continuación de “¿Y a qué va a Sarampa?”

Una vez instalado en el único hotel del pueblo, modesto, con baño compartido, aunque para mí solito pues era el único huésped, me doy una ducha rápida (el calor era poco menos que infernal), me visto con el obligatorio saco y corbata salgo rumbo al banco.

Les pido que hagan un ejercicio de imaginación visual: Pueblo del norte de Santa Fé, Enero, media mañana, pleno sol… para resumir: 1745º Celsius de temperatura y 348% de humedad. Un esfuerzo más: Un gordito rumbo sostenido a gordo, de saco, corbata, zapatos y maletín caminando hacia el BNA.

Mi entrada al banco supone un acontecimiento digno de interrumpir toda actividad dentro de la sucursal, sumiendo a todos: clientes y empleados en una especie de catatonia momentánea que los hace mirarme fijamente por cuatro o cinco interminables segundos, después de los cuales todo vuelve a una especie de normalidad que no era tal, pues los múltiples secreteos eran ostensibles. Digan que por mi experiencia teatral no pudieron amilanarme fácilmente, aunque seguirían intentándolo.


Algunas disgresiones:

En los instructivos previos a nuestra salida como instructores al interior de nuestro país figuraban el respeto a los locales, más que nada para prevenir esa tirria natural contra los arquetípicos porteños. Razonable, por un lado (hay cada uno…) pero por el otro sin un ápice de conocimiento “in situ” de las distintas idiosincrasias. O sea: No teníamos que llamar mucho la atención, pero el traje era insoslayable. (En este caso, un sinsentido rayano en la más porteña de las pelotudeces.)


Me presento, me entrevisto con el Gerente de la sucursal y pactamos el horario del curso. Empezamos mal: Les interrumpiría la siesta. Los bancarios trabajan muchas horas más que las de atención al público, en Sarampa, por ejemplo, abrían de 7:30 a 12:30, se iban a sus casas y volvían tipo 17:00 para seguir con las tareas hasta aproximadamente las 20:30, 21:00 hs. Y yo tenía que dar seis horas de curso diarias, durante cinco días.



Para una sucursal grande no hay problemas, porque los empleados son más y se van pasando entre ellos los conocimientos, pero en lugares como Sarampa, al curso debían asistir TODOS. O sea que llegué a cagarles no solo la siesta, sino también la vida. De todas formas subyacía en los alumnos (del gerente hasta el ordenanza) un profundo entusiasmo por efectuar el curso. Una a mi favor (¡por fin!).

Debería volver alrededor de las 15:00 y comenzar con el curso, en el que irían rotando todos, mientras iban terminando sus tareas, que por cierto, no se interrumpían a no ser que quisieran quedarse a vivir en la sucursal.


Volví al hotel.

Empapado (y no llovía).

Nueva ducha.

Letargo. Almuerzo liviano (de verdad).

Letargo. Nueva ducha.

Traje. Maletín. Calle.


La única imagen que se me ocurre para describir la sensación de salir a esa hora (14:45) es la de entrar a una inmensa olla llena de caldo bien caliente.

Ni un alma en la calle. Menos en la plaza doble. Pero esa sensación de que te están mirando, corroborada por los inconfundibles movimientos de las cortinas en las ventanas.


El gordito estoico llama a la puerta de la sucursal y cuando le abren es blanco de las más enérgicas y entendibles carcajadas por parte de los asistentes.


Todos, pero TODOS, en remera, short y ojotas, con el aire acondicionado a full.

Se imaginan que al día siguiente era uno más. No debieron hacer mucho esfuerzo para convencerme.


Sigo más tarde y les aseguro que de Sarampa todavía no conté lo mejor.

Prometo solemnemente que el “más tarde” será eso.




miércoles, 1 de octubre de 2008

Una de cal...


Hoy estaba por escribir, indignación mediante, nuevamente sobre un caso de violación de una mujer discapacitada mental y el aborto.

Fue en Bahía Blanca, donde un juez de la Nación ordenó no practicar el aborto terapéutico que rige el Código Penal. Los motivos: una carta de un par de católicos ultramontanos.

La rápida acción de la fiscal logró la nulidad de la orden del juez de marras, en un rápido fallo de segunda instancia.

El caso: Una joven de 18 años, insana, violada por familiares. Como dijo la fiscal, un caso de manual.

En el hospital Penna de Bahía Blanca estaba todo preparado para la intervención. Esta vez, salió como marca la ley.

Preguntita:

¿Nadie le va a explicar al Juez que su intervención era ILEGAL?